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Mi ilusión hecha realidad. Mis talleres con Cristian

El sueño de crear talleres florales.

Cuando abrimos la tienda, nuestra web nos pareció la mejor manera de facilitar las cosas a los clientes. Pero con el tiempo, nos dimos cuenta de que algo estaba cambiando: la gente cada vez venía menos a la tienda. Comprar online es cómodo, sí, pero perder el contacto con las flores, con su textura, su olor, su proceso… era una pena.

Y no solo eso. En otros países de Europa, las flores forman parte del día a día. La gente compra flores para casa como quien compra fruta o pan. Aquí, en cambio, sigue existiendo la idea de que son un lujo, algo reservado para ocasiones especiales. Pero no es cierto. Queríamos que las personas se atrevieran a hacer sus propios ramos y vieran que, con un simple pomo de flores (que por unos 10 euros puedes encontrar cada semana), podíamos llenar su casa de color y bienestar. Así nacieron los talleres florales.

Tijeras, calabazas y algún que otro susto

Cada taller ha sido especial, pero si hay uno con el que me he reído hasta que me dolía la barriga, fue el de Halloween. La idea era sencilla: hacer un centro de flores dentro de una calabaza. Pero antes de llegar a las flores, había que vaciar la calabaza… y darle forma.

Todavía no sé cómo nadie salió de allí con los dedos vendados. Algunos participantes se empeñaron en tallar la calabaza con unos ángulos imposibles, cuchillos en mano y una mezcla de concentración y terror en la cara. Hubo calabazas con sonrisas torcidas, otras con cejas amenazantes y alguna que parecía que había pasado por una película de miedo de verdad. Pero al final, todas acabaron con su arreglo floral dentro, y el resultado fue espectacular. Eso sí, no sé si fue un taller de flores o una prueba de supervivencia.

La magia de conectar con las personas.

En estos talleres no solo se aprenden técnicas florales, también se crean vínculos. El año pasado conocí a Natalia, que llegó como alumna y terminó convirtiéndose en nuestra embajadora en redes. Desde el primer momento hubo conexión, y ahora es la primera en apuntarse a cada taller, la que anima al resto y la que convierte cualquier sesión en una auténtica fiesta.

Ver a la gente disfrutar es la mejor parte de todo esto. Al principio, muchos llegan convencidos de que no van a ser capaces. Les explicamos el proceso y los veo con cara de "esto es complicadísimo, no me va a salir" . Pero poco a poco, se sueltan, empiezan a confiar y, cuando terminan, miran su creación con orgullo. Ese momento en el que se dan cuenta de que lo han conseguido es impagable.

Cristian

Una pieza importantísima en este engranaje es sin duda nuestro Maestro florista Cristian. Él hace magia y consigue explicar de forma muy senzilla técnicas que se tardan meses en aprender. Su amor por lo que hace se transmite en cada palabra y su ilusión se palpa en cada taller. Un día ya os contaré la historia de Cristian, le pasó como a mi, "nació" en nuestra floristería entre cubos y flores.

Un crecimiento emocionante

A veces me paro a pensar en cómo empezó todo esto. Hace poco más de un año, los talleres eran pequeñitos, con 4 o 5 personas. Luego empezaron a llenarse, hasta el punto de hacer uno al mes con una media de 15 asistentes. Y ahora, en 2025, hemos llegado a dos talleres mensuales, cada uno con dos sesiones, y todos se llenan.

Lo mejor es el feedback de la gente. Hay quienes repiten y traen amigos, familias que convierten el taller en un plan especial, hijos que se lo regalan a sus madres y vienen juntos. Es emocionante ver cómo algo que empezó como una idea para acercar las flores a la gente se ha convertido en un espacio de disfrute, desconexión y creatividad.

Y lo más bonito de todo: cada persona que pasa por un taller, sale con flores en las manos y con una sonrisa en la cara. Y eso, al final, es lo que más importa.

Si quieres saber más sobre nuestros talleres te dejo el enlace aquí

 

 

 

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